Litografía en México



¿Cómo se vivía en México en la primera mitad del siglo XIX? ¿Cómo eran las costumbres? ¿Cómo se organizaba la vida, cómo se compraban y vendían los alimentos? ¿Cómo trabajaba un aguador, un carnicero, un vendedor de dulces, un marchante de pollos? Muchas de estas cosas podemos saberlas e incluso verlas hoy en día gracias al trabajo de un artista italiano que vivió en nuestro país entre 1826 y 1832: Claudio Linati

Nació en Parma, Italia. Fue el introductor de la litografía en México. Desembarcó en Veracruz en 1825 para establecer un taller de impresión con el apoyo gubernamental. Llegó a crear escuela, destacando entre sus discípulos José Gracida e Ignacio Serrano. Murió en Tampico de fiebre amarilla, legándonos su libro Trajes civiles, religiosos y militares de México.

Durante toda su trayectoria como litógrafo ha intentado interpretar las características únicas de la gente mexicana por medio del reflejo de sus hábitos y costumbres que vivía a principios del año 1826.



Claudio Linati y Gaspar Franchini arribaron al puerto de Veracruz el 24 de septiembre de 1825 para establecer el primer taller de litografía en la capital de México.
Junto a Florencio Galli y el poeta cubano José María Heredia, fundaron y publicaron El Iris, primera 1485838680_el-iris-cover-3-may-1826.jpgrevista de circulación nacional ilustrada, que apareció entre febrero y septiembre de 1826 con un total de cuarenta números. Históricamente, podríamos partir de la publicación de El Iris como el inicio de una nueva etapa en la divulgación de imágenes y contenidos mediante la prensa en nuestro país.


Para este tipo de impresión se utiliza una piedra caliza pulimentada sobre la que se dibuja la imagen a imprimir (de forma invertida) con una materia grasa, bien sea mediante lápiz o pincel.

Para cada color debe usarse una piedra distinta y, evidentemente, el papel tendrá que pasar por la prensa de imprimir tantas veces como
Lo que hizo particularmente característica a esta revista, además de ser la primera publicación ilustrada de carácter nacional, fue el público hacia el que se dirigía: las mujeres. Junto con revistas y periódicos como el Calendario de las señoritas mexicanas (1838-1841 y 1843), Semanario de las señoritas mexicanas (1840-1842) y Panorama de las señoritas (1842), entre otras, formó parte de un conjunto de publicaciones que intentó acercarse al “bello sexo” (como se referían los autores al sexo femenino en distintos números de la revista) a través de la “poesía, novelas y cuentos cortos, artículos sobre moral y religión, sobre economía doméstica, política, moda, secretos de belleza y vida social”.




Obras de Claudio Linati:
Aguador

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Sirvienta Indígena.

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